Triste vestido el que lleva, tachonado de
melado, que más se asemeja a su color que a su sabor. Encierra en cada pliegue una cita que callada
y reveladora expone los sentimientos que alguna vez clamaron en su temple. Y dice: “Lo necia que….”. Necia
pudiera haber sido al creer en su amor o bien, necia, por almacenar esos celos homicidas,
y sin sentido, que su corazón albergaba.
El “perdona” y “ten cuidado” se suman. Perdonarla, a ella. Por arder en hogueras de desconfianza o
simplemente ser prudente y caminar por el jardín con cautela. Creyendo terminar con un “comenzar” hacia algo nuevo o un “nunca” de algo que mustiamente perece,
en las espinas adheridas a un tallo inexistente, dejándola envejecer entre
recuerdos desterrados.
Tere Casas ©2013
1 comentario:
Muy bonito, aunque no entienda de que va. Continua tratando.
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