jueves, 2 de octubre de 2014

ABSENTA SIN DEGAS




No amanece aún y canta un gallo trasnochado.  Oigo el ruido de carros como marejada lejana.  La pereza domina y me niego a mover un solo músculo del cuerpo.  Me hago un ovillo entre las sabanas.  Mis ojos se aferran a sus celosías.  La respiración es lenta y cauteriza.  El mundo duerme y, con el mórbido deseo de desperezarme, mi entidad dormita con él.  Fin de siglo anuncian.  No es época de ajenjo ya. He de abrir los ojos a esta nueva etapa que perece antes de comenzar.


Tere Casas ©2014

miércoles, 4 de junio de 2014

DE CONCEPCIÓN INMACULADA VINISTE TÚ


en el enramado
de naciones
reinas tú
                                          soberana

bajo tu manto
      amparas con amor
                                               los hijos de la tierra


Tere Casas © 2009

viernes, 9 de mayo de 2014

MATERIAL NECESARIO





Con cierto abandono han dejado los aparejos de costura sobre el mesón.  Todo parece dispuesto para la colección de invierno.  Revisado los patrones.  Se aceitan los pedales de las máquinas.  Las tijeras diligentemente se afilan.  Conos de hilos hacen derroche de color. Las agujas desfilan ágiles hacia el alfiletero.  Únicamente falta un detalle,  han olvidado traer la tela.

Tere Casas ©2014
Seleccionada para formar parte de la  Antología "Otoño e Invierno" 2014, Diversidad Literaria- Madrid, España

miércoles, 26 de marzo de 2014

CONCURSO



Después de haber dejado sus escarlatas uñas rasgadas entre las teclas A y Z de su vieja Olivetti; de colmar una copa de vino tras otra dejando exhausta y vacía la botella.  Todo ello almacenando a su izquierda prístinas hojas de papel, atiborradas ahora, de gerundios, artículos, nombres y adjetivos.  Luego que dieran las negras manecillas del reloj  dos vueltas completas marcando el inicio de un nuevo día.  Descubrió, con sombría alarma, las bases del concurso donde especificaban en negrilla: máximo 100 palabras.

Tere Casas© 2014

lunes, 20 de enero de 2014

¿DÓNDE QUEDÓ EL ENCANTO?




Recordaba antiguas navidades, donde el encanto radicaba en decorar mi hogar: nacimiento aquí, cesta de piñas allá, aromáticos centros de mesa, velas por doquier, y el árbol, dominando el lugar con su altura de dos metros, henchido de adornos, casi todos, elaborados por mis manos.  Escuchando música decembrina de villancicos españoles, por mis raíces; gaitas y aguinaldos, por mi adopción venezolana y relleno de música tradicional anglosajona, por querencias ya lejanas.  Sentaba en el centro del lugar, envolvía regalos con papeles y cintas multicolores.  Bebía ponche planificando la cena de Nochebuena, y respiraba profundamente el aire fresco de la temporada, el que  barría el cielo de nubes y dejaba brillar un tímido sol.

Han pasado muchos años desde entonces, quizás más de veinte, aún resplandece el mismo sol.  Todos se han hecho mayores, ya no hay niños correteándonos. Sólo existe el recuerdo de aquellas navidades que ahora no fulguran.  Este 24 en la noche, como desde hace tiempo ya, cenaremos en silencio mi marido y yo. La tele mostrará imágenes vocingleras,  nos sentaremos un rato frente a ella y nuestros gatos se nos unirán.   A las 10 un beso de buenas noches, nos acostaremos: mi marido, mis gatos y yo.


Tere Casas ©2013