No amanece aún
y canta un gallo trasnochado. Oigo el
ruido de carros como marejada lejana. La
pereza domina y me niego a mover un solo músculo del cuerpo. Me hago un ovillo entre las sabanas. Mis ojos se aferran a sus celosías. La respiración es lenta y cauteriza. El mundo duerme y, con el mórbido deseo de
desperezarme, mi entidad dormita con él.
Fin de siglo anuncian. No es
época de ajenjo ya. He de abrir los ojos a esta nueva etapa que perece antes de
comenzar.
Tere Casas ©2014
1 comentario:
Melancolía...
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