jueves, 2 de octubre de 2014

ABSENTA SIN DEGAS




No amanece aún y canta un gallo trasnochado.  Oigo el ruido de carros como marejada lejana.  La pereza domina y me niego a mover un solo músculo del cuerpo.  Me hago un ovillo entre las sabanas.  Mis ojos se aferran a sus celosías.  La respiración es lenta y cauteriza.  El mundo duerme y, con el mórbido deseo de desperezarme, mi entidad dormita con él.  Fin de siglo anuncian.  No es época de ajenjo ya. He de abrir los ojos a esta nueva etapa que perece antes de comenzar.


Tere Casas ©2014